11.9.07

Lo que el viento nunca se llevo...

Era de noche en esa calle ya tan familiar. No es agradable de transitar en ciertos horarios, pero mi día llegaba a su fin y el regreso a casa la incluía o, al menos inconscientemente, yo lo hacía.
Caminaba junto a él confeccionando murmuros, temerarios quizás, de quebrar aquel silencio, ese silencio del ruido monótono, del repetir de las cosas. Avanzábamos en calma, nada nos apresuraba, incluso el frío parecía ausente, alejado, permitiéndonos disfrutar de aquel momento, aquel que no era diferente a los otros pero que tampoco los igualaba.
Y nos contábamos de nuestros días. De mis caminatas y recorridos, idas y venidas y de su aturdido día sentado en aquella oficina. "Que diferentes somos" se me ocurrió pensar nuevamente, pero no lo dije... no hacía falta...
Nuestro caminar tranquilo nos permitía disfrutar de ese clima, algo inusual para la época, pero no pensábamos en eso. Era tan sólo el momento.
Distraida en las alturas, me detuve. No comprendiendo el porqué de mi actuar, él lo hizo también. Entonces la pregunta y allí mi dedo señalando la respuesta. En lo alto de un edificio una bolsa de nylon flotaba a la deriva. Se movía pacientemente a merced del viento, de la leve brisa nocturna que parecía envolverla, guiándola. De momentos, brusco y fuerte, el viento la obligaba a retroceder, a desandar lo andado. De otros, suave y delicado, la empujaba para avanzar, continuar su rumbo, y allí el soplo, y la fuerza en contra. Un viento que yo no sentía y de pronto comencé a notar. Viento que estaba pero del cuál la charla me había apartado, como quizás así del frío .
Estática, unos instantes, quedé admirando esos movimientos, ese andar y desandar, pensando como una simple bolsa de nylon había llegado allí arriba, allá, tan en lo alto.
Pronto se escapó de mi vista, se escondió de mi, obligandome a retomar mis pasos, aquellos que dí y los que no había aún dado.

No hay comentarios: